Rendimientos decrecientes de la productividad global: ¿Un mito o realidad?

Autora: Patricia Soriano.

La productividad se considera como el determinante más importante del estándar de la vida en un país. Cuando la productividad de un negocio aumenta, la compensación salarial tiende a subir. Esto se debe a las economías de escala: el incremento en la producción con los recursos iniciales presiona el costo de producción del bien ofertado hacia abajo y esto tiende a aumentar la demanda. Con el fin de poder satisfacer la misma, la empresa desea de contratar nuevos empleados, y el incremento en la nueva demanda laboral tiende al aumento salarial que hace fluir parte de las ganancias marginales en la productividad hacia los empleados. Esto últimamente incrementa el estándar de vida de ese grupo particular de empleados y de forma general aumenta su consumo en la sociedad.

Es comúnmente conocido que el incremento en la productividad es resultado de un conjunto de factores entre los cuales se destacan: la acumulación de capital, la tasa de retorno en las inversiones, la tasa de innovación y el proceso de difusión tecnológica, métodos organizacionales, gestión de abastecimientos, el desarrollo de la infraestructura física, nivel de educación y las competencias, y la gestión de recursos humanos.

Históricamente, los economistas se han mostrado interesados en estudiar los efectos del progreso tecnológico, con el desarrollo de las computadoras personales estas se han convertido el enfoque principal de su atención. La opinión oscilaba entre el escepticismo extremo y el optimismo cauteloso. En el año 1987, el premio Nobel en economía, Robert Solow dijo que la era de las computadoras puede ser observada en todos los lados menos en las estadísticas de productividad. La declaración paso a ser conocida como la paradoja de la productividad y desde ese entonces ha sido debatida ampliamente. Una de las razones por las cuales el consenso no ha sido posible es el hecho de que los economistas utilizan dos medidas para medir la productividad: una se refiere al estudio de la productividad laboral medida en horas hombre, y la otra conocida con el nombre TFP (Total Factor Productivity), un artefacto teórico que trata de expresar la eficiencia agregada del capital y las horas hombre utilizadas.

En el contexto de la América Latina, de manera general, las opiniones de los académicos tienden a falsificar la hipótesis de Solow. Oliver y Sichel han demostrado que las inversiones en el área de tecnología han sido el factor clave en el crecimiento de la productividad atribuyendo aproximadamente la mitad del crecimiento productivo de la década de los años 90’ a las inversiones en IT. De lo restante aproximadamente un 40% se ha atribuido al incremento en la eficiencia en producción computarizada. Jorgensen y Stiroh llegaron a conclusiones similares. Los autores han estimado que el crecimiento de productividad se situaría cerca de 2.3% en la primera década del milenio. Algunos autores consideran que el “boom” productivo no duraría mucho dado que la tecnología de computación tiende a desplazar productos y servicios existentes. Así por ejemplo, las descargas de la música han depredado las ventas de discos, la amplia disponibilidad de noticias está destruyendo el modelo de negocio de los periódicos y medios impresos, el ancho de banda y la velocidad de internet empiezan a indicar que también se acerca el fin del cable y la televisión (hola Netflix!), mientras que el comercio electrónico tiende a desplazar tiendas físicas manejando volúmenes individuales mas pequeños e incrementando masivamente los costos de envío1. De acuerdo con NBER, el crecimiento promedio de la productividad en los periodos 1800-1840, 1840-1880, 1880-1920, 1920-1960, 1960-200 ha sido, 0.55%, 1.45%, 1.30%, 1.80% y 2.40% respectivamente. Sin embargo, tal y como indican algunos estudios recientesi, a partir del inicio del nuevo milenio, la tasa de crecimiento se ha reducido progresivamente para alcanzar el 2.0% a nivel global y apenas el 0.8% en países desarrollados para el año 2015ii. En Europa, esta tendencia es aun más preocupante ya que un número creciente de países en la actualidad registra tasas decrecientes.

El comportamiento en los países emergentes (excluyendo a China) indica que hasta el momento el tope alcanzado coincide el “boom” en el precios de los commodities a finales de la primera década del milenio, y al parecer, el péndulo se ha revertido, ocasionando problemas graves para los países productores de materias prima

Gráfica 1
La Tendencia de la Productividad Laboral (1971-2014)

Fuente: The Conference Board Productivity Brief.

Los planteos de algunos autores como Robert Gordon sugieren la misma persiste en el tiempo vinculando la naturaleza decreciente de la productividad laboral al incremento en las inversiones en la tecnología y sistemas de información. Entre razones que justifican la existencia de la paradoja de la productividad, comúnmente se destacan cuatro: incapacidad para realizar las mediciones exactas, la curva de aprendizaje, la redistribución y disipación de las ganancias, y la administración deficiente de los sistemas de información. Indiscutiblemente, los retornos decrecientes producto de las inversiones en el área tecnológica también parecen haber jugado un papel importante. Si bien es cierto que la productividad laboral se encuentra estrechamente vinculada con la innovación, ¿Qué implicaciones tiene esto a medio y largo plazo para los paises?

La respuesta no es tan fácil. Observando la Grafica 1 se puede inferir que típicamente, tal y como la mayoría de las determinantes económicas, la productividad es altamente cíclica. El crecimiento acelerado en la década de los años 90’ del siglo pasado coincide con la aplicación comercial de importantes innovaciones en el ámbito de telecomunicaciones y redes (con el rezago de 20-30 años). Asimismo, ha sido demostrado que las políticas comerciales (u otros aspectos organizacionales) tienen un efecto importante y directo sobre la producción y el bienestar. Por ejemplo, el crecimiento de la Gráfica 1 coincide con el empuje de las políticas del Consenso de Washington y la liberalización de los mercados resultando en un incremento masivo de la producción y el comercio mundial, particularmente afectando de manera favorable a los países emergentes. Esto parece sugerir que la tendencia decreciente actual es un efecto temporal.

Por otro lado, algunas investigaciones de las patentes registradas e innovaciones transciéndales pintan un panorama oscuro. La hipótesis controversial de Huebneriii propone que la innovación tecnológica ha alcanzado el máximo histórico en el año 1873 y para el año 2005 se situaba al nivel del inicio siglo XVIII. Las investigaciones posteriores separadas de Tainteriv y Gordonv han corroborado el planteo inicial de Huebner. El primer autor, utilizando la información de la Oficina de Patentes de Estados Unidos, encuentra que la tasa de patentes tiene trayecto descendiente desde la década de los años 70’, y sugiere que a pesar de las evidencias de un aumento sostenido en la cantidad de publicaciones científicas, la productividad de dichas publicaciones ha sido decreciente. El segundo autor se pregunta qué tanto hacia el limite inferior puede podría reducirse la tasa de crecimiento económico. Analizando la data de crecimiento a partir del inicio de revolución industrial, el autor concluye que los ciclos de beneficios que rinden las revoluciones productivas son cada vez más cortos y que por lo tanto registran el potencial decreciente.

A pesar de que no existen respuestas definitivas acerca del futuro, las evidencias indican claramente que se ha producido una reducción en la tasa de innovación en los últimos 40 años, y que esto, sin dudas ha afectado la productividad laboral. Tomando en cuenta el estado de situación económica mundial, y particularmente la falta de crecimiento que experimentan muchos países, esto demuestra ser un problema de vital importancia. La experiencia posterior a la crisis financiera del 2008-2009 nos ha enseñado que los banqueros no tienen la capacidad directa para restaurar la prosperidad. Lo que parece ser menos claro es en qué grado la caída en la productividad es de carácter transitorio y cuál será su permanencia. Para los países emergentes esto significa que no pueden dormirse, a pesar de que su fase del ciclo de desarrollo implica cierto rezago en los efectos (dado que aun presentan crecimiento productivo), deben reconocer que tarde o temprano se verán afectados por los malestares de los países hoy considerados desarrollados.

Finalmente, los investigadores aun no han podido ofrecer explicaciones coherentes y satisfactorias que justifiquen la tendencia decreciente en la tasa de innovación. Sería interesante saber si el ciclo actual se desprende puramente del incremento en la complejidad según la propuesta por Tainter o se puede deber a otras razones. Por ejemplo: la dinámica organizacional. ¿Podrá ser explicada y en qué medida por la creciente monopolización corporativa de las patentes? Recordemos que la capacidad y la respuesta de resolución al problema son dos caras de la misma moneda.

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Notas:

I. OECD (2015). OECD Compedium of Productivity Indicators 2015. ISBN 9789264229532. ii The Conference Board (2015). II. The Conference Board Productivity Brief. III. Huebner, J. (2005). “A possible declining trend for worldwide innovation”. Technological Forecasting and Social Change 72 (8): 980–986. IV. Strumsky, D.; Lobo, J.; Tainter, J. A. (2010). “Complexity and the productivity of innovation”. Systems Research and Behavioral Science 27 (5): 496. V “Is U.S. Economic Growth Over? Faltering Innovation Confronts the Six Headwinds”. National Gordon, Robert J. (2012).